Por Teresa Mlawer
¿Sabías que las historias transmitidas de generación en generación en el seno de una familia son incluso más importantes para los niños que los cuentos con hermosas ilustraciones a todo color?
El pasado 14 de mayo tuve el placer de visitar una escuela pública en el alto Manhattan, como voluntaria de la organización “Learning Leaders”, con la que llevo colaborando seis años. El propósito de mi visita era crear y compartir un espacio de lectura con los niños de Kinder y primer grado.
Llegué temprano a la escuela. Los nervios y la expectación que experimentaba me hicieron recordar mis días de colegiala. Me sentía como una niña en su primer día de clase. Había seleccionado cuidadosamente los libros de acuerdo con las diferentes edades de los niños y paladeaba su respuesta con anticipación.
El primer cuento era la historia de la Cucarachita Martina o, tal como se conoce en algunos países de Hispanoamérica, "El Ratoncito Pérez y la Cucarachita Martina". Lo seleccioné porque contiene numerosos elementos culturales propios del Caribe y muchas familias de los niños de esta escuela provienen de la República Dominicana. El otro cuento que les leí se titula "Tiki, Tiki, Tembo" y es una leyenda china.
Ambos contienen elementos de humor, repeticiones y acumulaciones que despertaron la curiosidad de los pequeños y captaron incondicionalmente su atención. Les gustaron tanto que me pidieron les dejara los libros para que sus maestros se los leyeran otra vez en clase.
La maestra de Kinder me había comentado que los niños estaban escribiendo sus propias historias, así que decidí contarles una anécdota verídica que aconteció en mi familia hace muchos años. Cuando mi hermana mayor y yo éramos todavía pequeñas, visitamos por primera vez la diminuta y apartada aldea de mi padre en Galicia, España. A lomos de Domingo, el famoso burro de carga de mi no menos célebre tía Isabel, dimos un paseo que estuvo colmado de aventuras. En cualquier caso, esta historia me la reservo, porque quiero que descubran lo que sucedió cuando lean el libro que estoy escribiendo sobre este viaje de infancia.
A raíz de la visita de tres de nuestros nietos el pasado fin de semana, decidí redactar este artículo sobre mi experiencia en la Escuela PS 18. Quería destacar la importancia de las historias familiares. Mi nieto Evan, que tiene 12 años y ha escuchado ya cientos de veces el cuento de aquel ameno paseo en burro, me rogó que se la contara otra vez y no pude por menos que recordarlo de nuevo con una sonrisa.
Las historias familiares que se transmiten de generación en generación constituyen un hilo invisible, pero indestructible, que representa un vínculo más entre padres e hijos, abuelos y nietos. Para dar con estas anécdotas sólo hay que rebuscar en el baúl de los recuerdos y resultan fáciles de recuperar.